Las empresas preparadas para el futuro son las que aceptan el cambio como algo inevitable y adaptan su cultura corporativa para contar con mecanismos que permitan afrontar los distintos escenarios desde una perspectiva positiva. Los tres pilares de esta adaptación continua son el propósito o misión, la orientación y la flexibilidad del modelo de negocio.
La capacidad de adaptación al cambio es condición indispensable para cualquier empresa evolucione dentro de su sector y sobreviva a los eventos disruptivos que se puedan producir en el mercado.
Convertirse en una empresa preparada para el futuro puede surgir como una necesidad ante dos escenarios: haber sufrido un importante impacto económico que requiera replantearse y reconstruir toda la cultura organizativa para sacar a flote la compañía y para que estas situaciones puedan resolverse de manera óptima en el futuro, o bien como medida proactiva para adaptar la compañía al devenir del futuro y contar con una estructura resiliente a los cambios. Por tanto, los tres pilares que deben definir esta adaptación corporativa son: propósito (definir una misión que explique los objetivos de la compañía más allá de los económicos), orientación (establecer un enfoque con el que abordar las decisiones cruciales sobre el futuro de la empresa) y flexibilidad del modelo de negocio (capacidad para modificar los planes estratégicos cuando sea necesario para afrontar los cambios o encontrar nuevas formas de crear valor).
Con el objetivo de agilizar la estructura interna de la organización, la descentralización de las tomas de decisiones es una opción útil para dinamizar organigramas excesivamente rígidos y dotar a los diferentes equipos de trabajo de una mayor autonomía para decidir. De esta manera, se impulsa la adaptación a distintos roles en función de las necesidades que dibuje cada situación. Descentralizar las decisiones también reducirá el micromanagement, lo que provoca una mayor sensación de autonomía individual por parte de los empleados y de los equipos de trabajo, reforzando su identificación con la marca.
Para la empresa de servicios de TI Softtek, las empresas preparadas para el futuro o ‘Future-Ready’ son, por tanto, aquellas que aceptan el cambio, asumen que es inevitable y adaptan su cultura corporativa para contar con mecanismos que permitan afrontar los distintos escenarios desde una perspectiva positiva. Estas están abiertas a la transformación -tanto de procesos operativos como de su modelo de negocio- y abordan su negocio desde un enfoque tecnológico con una filosofía de planificación estratégica a largo plazo. “Es aquella que cuenta con una estructura ágil y flexible para adaptarse constantemente a los cambios, y que opera para conseguir un propósito, que establece una misión más allá del beneficio económico”, sostiene la firma.
En definitiva, para sus expertos, estos son los pasos para ser una compañía lo suficientemente flexible para abordar los desafíos que se le presenten:
– Adoptar una cultura acorde: debe modificarse la cultura organizativa para que la compañía esté preparada y afronte de la mejor manera los retos del futuro.
– Descentralizar la toma de decisiones: mediante este paso, se flexibilizará la respuesta rápida para afrontar cambios urgentes o episodios imprevistos.
– Implantar un modelo ágil: la empresa podrá operar en base a un modelo de prueba-error y un continuo testeo de mercado con bajos niveles de riesgo e inversión en recursos.
– Innovar como norma: establecer un programa de innovación permanente enfocado a responder rápidamente ante las últimas tendencias surgidas en el mercado.
– Apostar por la digitalización y automatización: adoptar este modelo permitirá eliminar o reducir al máximo los tiempos dedicados a tareas poco productivas o de escaso valor, y encaminar ese tiempo invertido a acciones estratégicas.
– Diseñar un plan de comunicación efectivo: esto hará que los miembros de la organización acepten e interioricen el nuevo modelo estratégico y operativo.
– Impulsar un programa de formación revisable y permanente: esta acción involucrará a todas las diferentes capas y roles dentro de la estructura organizativa.
– Compartir conocimiento: diseñar un sistema de generación, registro y difusión del conocimiento permitirá generar flujos y redes para compartir rápidamente la información que se va generando, tanto interna como externamente, mediante la actividad diaria de la compañía.
Fuente: ituser.es