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Antes era resiliente. ¿Qué me pasó?

por emprende2021
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Hoy en día, que se me atraviese un carro en pleno tráfico puede llevarme a una montaña rusa emocional. Así que pregunté a los expertos cómo ser más fuerte mentalmente.

Me he dado cuenta de que me estoy volviendo menos resiliente a medida que envejezco. Los insultos solían rebotar en mí; podía mudarme de ciudad en un abrir y cerrar de ojos. Ahora me paso días lamentándome por un desaire en las redes sociales y apenas puedo cambiarme de peinado sin preocuparme.

Es un defecto que quiero ayudar a evitar a mi hijo, exponiéndolo a retos que lo ayuden a enfrentarse a la adversidad sin colapsar. Sé que es hipócrita: la esencia misma de “haz lo que digo, no lo que hago”. Antes de criar a un niño resiliente, probablemente debería criarme a mí mismo como una persona resiliente.

Tengo mis mecanismos de supervivencia: el ejercicio intenso, salir a la naturaleza o distraer mi cerebro con un cubo de Rubik pueden evitar que pierda el control. Pero las siento solo como curitas, no como verdadera determinación.

Así que llamé a algunos expertos para averiguar cómo podía ser más fuerte. Lo que descubrí fue que mi visión de la resiliencia era errónea.

Definir la resiliencia es complicado. Algunos la definen como la capacidad de hacer frente a la adversidad; otros, como la capacidad de recuperarse; y otros, como la adaptabilidad.

Palabras como valentía y positividad también se utilizan mucho. Pero estos términos sugieren una especie de actitud de tipo duro y estoico que no suele funcionar a largo plazo, dijo Michael Ungar, profesor de trabajo social en la Universidad Dalhousie de Canadá y experto en resiliencia. En su lugar, dijo, se trata de múltiples “procesos que te permitirán prosperar en situaciones de estrés”.

Así que, más que un único músculo que puedas ejercitar, la resiliencia es el producto de muchas partes de tu vida, experiencia y personalidad.

Todos los expertos con los que hablé coincidieron en que, independientemente de cómo se defina, la resiliencia puede mejorarse, igual que la fuerza física. Hay muchos fundamentos que pueden apoyarla —la familia, la espiritualidad o el dinero, por ejemplo—, aunque hay tres ideas centrales para mejorar la resiliencia.

“La mayor parte de una buena vida es tener algún tipo de propósito y algo en lo que se invierte y con lo que se está comprometido”, dijo Sherry Hamby, profesora de psicología de la Universidad del Sur en Tennessee, quien estudia la resiliencia en comunidades empobrecidas.

Hamby ha descubierto que el factor más poderoso para predecir la capacidad de resiliencia ante acontecimientos traumáticos es la conexión con algo más grande que uno mismo, ya sea Dios, la familia, el país o simplemente la asociación local de padres.

Cuantos más tipos de significado encuentres, más estable serás. Por ejemplo, digamos que te defines como madre, profesora y artista. Si pierdes tu trabajo de profesora, puedes sacar fuerzas de tu familia y tu arte.

¿Cómo redescubrir el sentido de tu vida?

Encuentra una forma de contar tu historia, dijo Hamby, y tus valores quedarán claros. Graba un mensaje para tus hijos, haz un repaso de tu vida o escribe tu propio obituario. Empieza por los logros de los que te sientas más orgulloso y repasa después las repercusiones que has tenido y lo que dejarás atrás. Piensa en lo que te queda por hacer.

“Los seres humanos somos criaturas muy sociales”, dijo Kathryn Howell, profesora de psicología de la Universidad de Wisconsin-Madison. “Por eso, cuando nos pasan cosas malas, queremos estar juntos y conectados con los demás”.

La comunidad es crucial para la resiliencia. Una forma de construir un círculo social, coincidieron los expertos, es el voluntariado. Regresa a las cosas que te den un propósito, dijo Ungar. Si encuentras sentido en la literatura, ofrécete como voluntario en una biblioteca. Si no conectas con la gente de allí, intenta enseñar cerámica o unirte a un grupo de corredores. No se trata de socializar constantemente, sino de crear una comunidad.

Resulta que el tipo de herramientas que yo creía cruciales para la resiliencia —técnicas de respiración, ejercicio, tiempo en la naturaleza— están más abajo en la lista. Los métodos de autorregulación pueden calmarte o ayudarte a pasar el día, dicen los expertos, pero no siempre pueden ayudarte a superar una crisis.

¿Cómo puedo mejorar mi resiliencia? Mi vida tiene sentido como padre y periodista. Y las montañas y los bosques que rodean mi casa me dan equilibrio.

Pero no tengo un círculo social fuerte, especialmente con otros tipos de personas. Así que mi camino hacia la resiliencia no consiste en enfrentarme a los elementos o en reunir herramientas que me den agallas. Se trata de tener humildad y sacar tiempo para acercarme a alguien y pedirle, no sé, una cerveza alguna vez.

Fuente: Erik Vance/ nytimes.com

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